Fintechs: un reto pendiente
Una fintech es una compañía especializada en proveer servicios financieros a través de plataformas móviles y online, de manera directa, a los consumidores. Aunque normalmente escuchamos de ellas, al hablar de actividades de financiamiento participativo (crowdfunding), las fintech pueden dedicarse también a actividades de manejo de activos (asset management) y emisión de moneda virtual (virtual currency).
Las fintech proveen el servicio de manejo de activos a través de servicios online que usan algoritmos para la automatización de estrategias de inversión. Para brindar tales servicios, la compañía establece una plataforma web a través de la cual los clientes pueden recurrir a “robo-asesores” (roboadvisors): asesores financieros que proveen asesoría en la inversión de activos financieros de manera automática y con mínima o nula participación humana. Aquellos clientes que requieren una atención más personalizada pueden relacionarse con la fintech a través de blogs y correos electrónicos. De alguna manera, este tipo de fintech “democratiza” el acceso a la inversión en activos financieros, dado que no establecen montos mínimos de inversión. Asimismo, este tipo de fintech ofrece un servicio llamado “tax loss harvesting” (i.e., la venta de una acción que bajó de precio de manera inmediata, para registrar una pérdida y obtener un mayor retorno) de manera diaria, a diferencia de las firmas tradicionales que lo hacen a fin de año, con lo que se genera una ventaja tributaria a sus clientes.
Las fintech también proveen acceso a financiamiento participativo, que es la actividad de levantar capital o deuda entre grandes grupos de gente a través de internet, para compañías en etapa temprana. El financiamiento participativo puede realizarse bajo la modalidad de “equity crowdfunding” o “crowdlending”. Equity crowdfunding es un método mediante el cual se levanta capital de pequeños inversionistas a cambio de otorgarles participaciones en el capital social de una empresa en una etapa temprana de desarrollo. Por otro lado, el crowdlending, también conocido como “peer-to-peer (P2P) lending”, es el mecanismo que permite que individuos presten y tomen prestado dinero sin la participación de una institución bancaria o financiera de por medio. En ambos casos, tampoco se requiere una inversión mínima, y el rol de la fintech es el de ser un intermediario en la venta de acciones o la colocación de créditos.
Finalmente, la emisión de moneda virtual implica la creación y distribución de una moneda sin valor de moneda oficial, respaldada por un país. La emisión de tal moneda depende de una operación llamada “mining”, a través de la cual diversos usuarios usan sus computadoras para procesar transacciones a través de la tarjeta gráfica de estas, y son recompensados con moneda virtual. Que este minado sea una operación rentable para el usuario depende de que tal usuario tenga acceso a fuentes de energía baratas, dado que la computadora requerirá mayor energía que la usual para procesar las transacciones. Las transacciones procesadas son grabadas en un registro público virtual (block chain), el cual es continuamente descargado por los usuarios, lo que confirma y autentica cada transacción, una y otra vez.
La aparición de las fintech representa un reto para la banca tradicional. En términos de competencia, para los bancos es difícil competir en los mismos sectores que las fintech, dado que no tienen la capacidad de analizar el riesgo del “P2P lending” y tienen montos mínimos de inversión para poder cubrir sus costos, los que las fintech no asumen al no tener oficinas de atención al público físicas. Sin embargo, (por ahora), los bancos tienen una ventaja competitiva respecto de las fintech: las personas perciben que los bancos ofrecen mayor seguridad para su dinero, al tener oficinas físicas y usar dinero físico.
El mayor reto para el crecimiento de las fintech en Latinoamérica es la complejidad de la regulación financiera, dado que esta está dirigida al sistema bancario tradicional. En tal sentido, la regulación bancaria termina funcionando como un “escudo protector” de los bancos tradicionales. Al no contar con una regulación específica y flexible, las fintech asumen el riesgo reputacional de no ser regulados. Sin embargo, países como México están creando “sandboxes” regulatorios en los cuales las fintech pueden ensayar diversas formas de operar, para descubrir qué funciona y qué no en la práctica y sin tener grandes cargas regulatorias.
Guillermo Flores, socio del área de Mercado de Capitales y Regulación Bancaria
Publicado en la revista Columnas del estudio edición n°196.
Excelente artículo, muestra un panorama más inclusivo de las finanzas que tanto se necesita en el país.