“El Perú unido jamás será vencido”. La paradoja del fútbol
Hace muy pocos días, a propósito de la fiebre desatada por la inminente clasificación de la selección peruana de fútbol al mundial de Rusia 2018 el país entero expresó su incondicional apoyo a tan ansiado objetivo, el mismo que no se consigue (ía) desde hace aproximadamente 36 años.
Así, fuimos testigos de cómo ninguna autoridad dejó pasar por alto tan magnífica oportunidad para enviar mensajes de aliento y unidad en pro del caro anhelo. El Presidente de la República, por ejemplo, ofreció declarar feriado no laborable si se lograba la hazaña.
Los medios de comunicación por su parte nos mostraron en la víspera de cada encuentro de fútbol a congresistas, policías, profesores, escolares, artistas, profesionales y técnicos de toda índole, así como a servidores públicos en general, ataviados con la camiseta de la selección y contagiados de un fervor patriótico pocas veces visto.
Todo lo anterior por supuesto estuvo muy bien, pero no deja de ser contradictorio ver que mientras el Perú se unió como un puño detrás de esa gesta deportiva (“lo más importante entre las cosas menos importantes”, Valdano dixit); en los aspectos verdaderamente relevantes como la educación, salud, seguridad, empleo y crecimiento económico (que dicho sea de paso definen y sacan adelante un país) nos encontramos prácticamente al garete, sin un norte definido y con esos mismos poderes y autoridades públicas obstruyéndose mutuamente.
En efecto, la economía se ha desacelerado de forma preocupante por factores diversos: i) inestabilidad y crispación política (enfrentamiento entre el legislativo y ejecutivo), ii) escándalos de corrupción (caso Odebrecht), iii) fenómenos naturales (niño costero), iv) varios y grandes proyectos de inversión totalmente detenidos, etc.
En el aspecto de seguridad interna las cosas andan igual de complicadas, el incremento de la inseguridad ciudadana, los asaltos y robos en plena vía pública (y a toda hora del día), los homicidios y el sicariato tienen en permanente estado de zozobra a la población en general dado su gran nivel de vulnerabilidad.
Finalmente, y en cuanto a la administración de justicia se refiere, la inminente designación por parte del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) de 4 jueces en la Corte Suprema de Justicia, ha dado lugar a que desde varios sectores de la sociedad civil se cuestione la falta de idoneidad de los miembros que integran el organismo, así como el procedimiento de nombramiento implementado para tal efecto (examen y evaluaciones) por su falta de transparencia y rigurosidad técnica.
Lo expuesto nos debe llamar a reflexión sobre la clase de país que queremos ser, pues resulta paradójico que lo que nos una como tal resulte ser tan solo un juego y lo que nos separe sean las cuestiones verdaderamente importantes, esas que hacen el desarrollo de una nación.
Por Fernando Meléndez, socio principal del área de Litigios y Controversias
Publicado en la revista Columnas del estudio edición n°192