Utilizando elementos de propiedad intelectual en el financiamiento de las empresas

A diferencia de lo que ocurría en el pasado, donde el valor de una empresa estaba en el tamaño de sus edificios y terrenos, hoy los activos de mayor valor de las organizaciones están constituidos por sus intangibles. En efecto, en nuestros días, el recurso humano, la información y los elementos de propiedad intelectual constituyen los activos más preciados de una organización. Pensemos en el caso de las marcas y lo que sería Coca-Cola, sin su imagen o marca, o la empresa Apple sin la figura de la pequeña manzana de colores, Sony , o Lacoste sin la figura de su lagarto. En estos y en muchos otros casos más, el valor de la empresa está en su marca.
Las marcas son aquellos signos distintivos que permiten diferenciar un producto de otro en el mercado, así como el origen empresarial de cada uno de ellos. Las marcas son el principal nexo mediante el cual una empresa se relaciona con sus consumidores.
En esta oportunidad comentaremos cómo un intangible como la marca puede constituirse en una interesante herramienta de financiamiento. En economías más desarrolladas que las nuestras se puede apreciar una interesante tendencia hacia la capitalización y comercialización del valor de las marcas a través de la llamada “titulización de activos “.
Una típica operación de titulización pasa por cinco etapas: (i) la identificación de los activos a titulizar y su transferencia hacia un vehículo de propósito especial, generalmente controlado por el titular del activo; de esta manera se aíslan los activos de los riesgos que pueda haber en el titular (por ejemplo, una situación de insolvencia); (ii) la transferencia de los flujos periódicos, cuantificables y predecibles que puedan generar dichos activos a un patrimonio de propósito especial, con cargo al cual se emite los valores respaldados en los flujos de los activos (bonos, por ejemplo); (iii) la colocación de los valores entre los inversionistas a través de ofertas públicas o privadas, según sea el caso; (iv) el mantenimiento de los activos y el flujo correspondiente por parte del titular de los activos, asegurándose de que los pagos sean depositados periódicamente en la cuenta correspondiente del patrimonio; y (v) el pago del capital y de los intereses correspondientes a los titulares de los valores emitidos. Operaciones típicas de titulización se han efectuado con flujos provenientes de activos como hipotecas, deudas de tarjetas de crédito y cuentas por cobrar en general.
Hoy las marcas y cualquier otro elemento de propiedad intelectual como las patentes y los derechos de autor (copyrights) pueden ser considerados como activos que pueden respaldar una titulización. En este caso, dichos activos, al producir flujos de caja cuantificables y predecibles en el tiempo, pueden ser utilizados en este tipo de operaciones financieras. Un típico flujo de caja en un supuesto como este estaría constituido por el pago de regalías que terceros efectúan al titular por el uso autorizado de sus marcas, patentes o derechos de autor.
Las operaciones de titulización de elementos de propiedad intelectual vienen siendo cada vez más frecuentes en economías más desarrolladas, y a diferencia de otros activos, estos no tienden a desaparecer en el tiempo. Las marcas, por ejemplo, tienen larga vida pues sus registros pueden ir renovándose indefinidamente e incluso, a través del tiempo, devienen en bienes de mayor valor (adquieren el denominado goodwill). Al concluir un proceso de titulización de marcas, es decir, cuando los pagos de capital e intereses han sido efectuados a los titulares de los bonos (u otros valores emitidos), estas pueden ser utilizadas nuevamente en otra nueva operación.
Puede ser un momento oportuno de encontrar fórmulas novedosas de financiamiento para nuestras empresas. En tal sentido, nuestra recomendación es que no descarten a sus portafolios de marcas, patentes o derechos de autor como una herramienta para ello.
Marta Fernández Pepper, socia senior del área de Propiedad Intelectual
Publicado en la revista Columnas del estudio edición n°196.